“Vende Todo
lo que tiene
y compra el
campo”
“Marinero
que te afanas noche y día en alta mar
echa la
red barredera para pescar…
Cuando
lleguemos a puerto y empiece la eternidad,
importan
las buenas obras, sobra la mediocridad”.
(J. A. Olivar)
Desde el faro y mirando al infinito, allá donde el cielo se une con el mar, mientras suenan las canciones de un grupo de música religiosa pienso, medito y reflexiono sobre cómo están las cosas en la actualidad por culpa de la pandemia. Por culpa de la pandemia y por la insensatez de muchos de nosotros que no cuidamos las normas ni su cumplimiento. Sé que la mascarilla es cuanto menos un sufrimiento añadido a ya de por sí este raro verano. Nos agobia, es verdad, pero a la vez nos ayuda a prevenir el contagio de esta desconocida enfermedad que tantas vidas se ha cobrado ya, sobre todo, de los más vulnerables: nuestros mayores. Por eso esta semana me gustaría, ya que además mañana, veintiséis de julio, celebramos el día de los abuelos, que los tuviésemos en cuenta en nuestras oraciones para darle gracias a Dios por ellos, por su actitud ante la vida, por sus enseñanzas, por su ayuda y testimonio. Al mismo tiempo, que le pidamos a Dios nuestro Padre que los proteja y que nos haga darnos cuenta de en qué condiciones los hemos tenido viviendo durante tanto tiempo como ha quedado al descubierto durante estos meses de confinamiento.