“La
Palabra de Jesús vino y cayó en la tierra de la humanidad. Unos la odiaron y
pisotearon, otros la tergiversaron y la convirtieron en negocio, otros la
utilizaron como arma arrojadiza contra otros, y algunos la acogieron, la
llevaron al corazón y es el motivo que mueve sus vidas”. (Javier Prat Cambra)
Seguimos acompañando a Jesús en su misión y vamos
entendiendo cada vez más su oración: “Gracias Padre porque la gente sencilla me
entiende, los sabios y entendidos no…” (domingo pasado). Después de esa oración
que nos conmovía, Jesús experimenta el rechazo frontal y brutal de los “sabios
y entendidos”. Jesús se encuentra con un hombre con el brazo
atrofiado, el brazo desplegado es expresión de fuerza y vitalidad (“Dios
conducía a su pueblo con brazo extendido y mano fuerte…”; “desplego el poder de
su brazo…” ¿nos suena?), el brazo atrofiado es expresión de bloqueo y falta de
vida, y a este hombre le devuelve su fortaleza y dignidad (Mt 11,9-14) en
sábado y en la sinagoga, en el centro del sistema religioso de Israel, para que
quede claro lo que el Dios Fuente de la Vida quiere. A partir de ese momento
“planearon el modo de acabar con él” (Mt 12,14). ¡La compasión no interesa!