“Virgen
y embarazada, la fe de María no es razonable, a no ser que las razones de Dios
superen los cortos razonamientos del más grande de los filósofos”.
(Javier Prat Cambra)
Estimada familia de san Francisco, parece mentira, pero entre datos de contagios, fallecidos, normativas vigentes, vacunas, compras de estas fiestas y un largo etcétera hemos llegado, ya, a la última semana de este tiempo de Adviento. Eso indica que las fiestas de la Navidad se acercan y que juntos vamos a vivir el gran misterio de ese Dios que decide hacerse pobre para darnos la mayor de las riquezas: la Vida. Esa Vida Eterna que Él nos regala simplemente porque nos ama. Hablar de amor gratuito en una época como la que estamos viviendo resulta paradójico o fuera de toda cotidianeidad, pero nuestro Dios quiere que nos acostumbremos, no solo a hablar de amor, sino también a vivir amando. Y este tiene que ser nuestro propósito en estas fiestas, recibir a Cristo en mi día a día, en mi alma, corazón y espíritu para que pueda hacer de mi vida puro amor. Amor desinteresado, amor entregado, complaciente, amor desmedido y leal. Un amor como sólo podemos llegar a dar si vivimos íntimamente unidos a Cristo. Y para eso debemos aprovechar este tiempo de Adviento y darles a las fiestas que se acercan el verdadero significado.