“El que
viene, llega inesperadamente,
pero lo
hace urgido por la esperanza
de los
que le esperan”.
El Adviento ha llegado a este faro. Mi corazón late con más alegría que en los últimos días. ¿Sabéis? Voy a haceros una confesión. Sí, la tranquilidad del faro, ese silencio nocturno invernal que se apodera de nuestro entorno, roto sólo por las olas que rompen, hoy con bravura debido al tiempo que hace, contra este viejo faro, invitan a hacer confesiones. Y yo, porque os quiero y os aprecio quiero haceros una. Mirad, o miren (para aquellos a los que no nos tuteamos), me encanta el Adviento. Tanto me gusta que me resisto a pensar que ya es Navidad. Me niego a entrar en la vorágine de compras, de montar adornos…